Silencio en la ciudad, miles de ventanas abiertas sin nadie asomado. Cientos de balcones con espacios sin ocupar. ¿Dónde se fueron los sonidos que dejaron de distraernos y las rutinas con las que cubríamos nuestras vulnerabilidades? Sin duda todo es nuevo y hasta parece ciencia ficción.
Nos toca transitar como equilibristas sin haber practicado el arte de aquellos insuperables artistas que nos hacían contener la respiración en los antiguos circos itinerantes. Tal vez sea momento de reaprender a transitar el Tiempo en una dimensión sin apuros donde cada pequeña cosa nos cante sus sonidos y seamos capaces de oirlos.
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