Dinero: ¿Masculino o femenino?

Publicado el Abr 5, 1998

Instituto de las Mujeres del Distrito Federal (México)
Por: Lucero Baena

«Poderoso caballero es Don Dinero» y, en efecto, el dinero es el medio material central para obtener satisfactores de múltiples necesidades. Pero ¿quiénes realmente ejercen el poder gracias al dinero?, ¿qué connotaciones tiene en las relaciones interpersonales?, ¿Cómo vivimos el dinero?

La psicóloga Clara Coria, psicóloga fundadora del Centro de Estudios de la Mujer de Buenos Aires, analiza las relaciones afectivas y de poder en torno al dinero en su libro El sexo oculto del dinero.

Basando su reflexión en los sectores de la clase media, detecta que en nuestra cultura patriarcal el dinero aparece claramente sexuado. De muy distintas maneras se adscribe al varón y es asociado a la potencia y la virilidad, convirtiéndose casi en un indicador de identidad sexual masculina. Entonces la ausencia de dinero plantea un cuestionamiento sobre la masculinidad.

Para Clara Coria, el dinero, en su cualidad de moneda, presenta la particularidad de ser un valor de cambio, que tiene existencia independiente de las cosas. Es el representante material de la riqueza y genera poder. Por supuesto que el dinero no genera actitudes, sino que es sólo un medio idóneo para expresarlas y hacerlas evidentes, al integrarse a la ideología patriarcal de inequidad entre mujeres y hombres que perpetúa la subordinación económica de la mujer.

«Con dinero baila el perro», con dinero se obtienen bienes y servicios, incluyendo a las personas. Detrás de un billete se encubren complejos contratos interpersonales de poder, sobre todo en el núcleo familiar.

El hombre sale a trabajar para mantener a la familia. Por lo tanto «el dinero es tuyo». Tú sales y yo me quedo en casa. Por lo tanto «los hij@s son míos. Yo soy la Reina del Hogar. Yo crié a los niños, les di mi tiempo, mi juventud, mi vida». Así como para el hombre el dinero es un medio de poder sobre su esposa y sus hijas e hijos la zona de poder de la mujer pertenece al ámbito privado: los afectos y los hij@s son sus instrumentos.

La protección es el beneficio secundario más sobresaliente que aparece como el común denominador de las situaciones de dependencia. Una persona que depende en lo económico es fundamentalmente una persona que está protegida y que requiere ser auxiliada en una cantidad de vicisitudes relacionadas con el accionar en el ámbito público y con el desempeño concreto de sus funciones.

Entre las situaciones supuestamente «ventajosas» está la disponibilidad de tiempo que no tiene el o la que trabaja en el hogar. ¿Y qué sucede con las mujeres que trabajan fuera de casa?, ¿Ejercen el poder sobre su dinero sin prejuicios ni limitaciones?

Son más que comunes los casos de mujeres con doble jornada: la pagada en el ámbito público y la no remunerada del trabajo doméstico. Incluso muchas de ellas entregan puntual y dócilmente su salario a sus cónyuges para que lo manejen.

Ahora bien, no todas integran sus ingresos a la cuenta del marido. Según la autora, aun en los casos de mujeres que deciden libremente sobre el manejo y distribución de su propio dinero, existe una fuerte dosis de culpa frente al placer de trabajar fuera del hogar y realizarse.

¿Por qué el consenso popular llama «masculina» a una mujer ambiciosa y «triunfador» a un hombre ambicioso? Clara Coria nos pone frente a frente con la raíz de la respuesta: el fantasma de prostitución en la cultura machista, según el cual se asocia la idea de mujer pública y dinero, lo cual va en contra del estereotipo ideal de la mujer madre de hogar, mujer del ámbito privado que no necesita obtener dinero, sino administrar el de su esposo.

Con un lenguaje sencillo y un discurso ameno, El sexo oculto del dinero es una obra que desvela lo no dicho, lo que aparentemente ya no existe ni debe existir… pero está y demasiado presente.

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