El sexo oculto del dinero

Publicado el Mar 11, 2003

Panamá, 11 de marzo de 2003

«Estoy convencida que la sexuación del dinero es una de las claves que perpetúan prejuicios y privilegios al interior de las parejas. La adopción de una ética solidaria y ecuánime, en lo que al dinero concierne evitaría, sin ninguna duda, muchos resentimientos y también muchos divorcios innecesarios». Clara Coria

Sexo… Poder… Dinero.. . . , elementos que se entrelanzan íntimamente en las relaciones cotidianas que se viven en pareja y que serán revelados por Clara Coria, una reconocida psicóloga argentina, invitada por la Fundación para la Promoción de la Mujer (FUNDAMUJER) y APEI, para dictar una conferencia basada en su libro El sexo oculto del dinero.

Más que un título atractivo, la obra es el resultado de una investigación que la autora realizó sobre cómo el manejo del dinero puede influir y crear dependencia de la mujer en su relación con su compañero, si no existen los límites y la comunicación abierta de cómo y quién manej ará las finanzas dentro del hogar.

Para ella, el problema comienza justo al iniciarse la vida familiar cuando se evita dialogar sobre las bases del intercambio económico hasta que se producen malestares, porque en muchos casos cuando se habla de dinero, los varones se ofenden rápidamente y las mujeres se sienten culpables. Lo anterior, para Clara Coria, son algunos síntomas de lo que denomina la sexuación del dinero, un fenómeno psico-social, que le otorga el género sexual masculino al papel moneda.

Sobre el caso específico de las mujeres, el sentimiento de culpabilidad las invade al hablar de dinero porque en nuestra sociedad a la mujer se le designa ciertas actitudes que se reconocen como femeninas entre las que se destacan la tolerancia, dulzura, comprensión, entrega, altruismo, incondicionalidad y abnegación. Todos estos atributos (esperados y exigidos en toda mujer) provienen de un ideal social que considera que las mujeres son fundamentalmente madres.

Según Clara Coria, cada vez que una mujer se vea en la necesidad de defender un interés personal, de privilegiar su bienestar o exigir condiciones para resguardar sus necesidades muy probablemente se produzca una profunda lucha interior (es decir un conflicto) entre dichas necesidades y los mandatos incorporados inconscientemente. En otras palabras: es como verse en la obligación de elegir entre ser «mala» (por satisfacer el propio deseo) y ser «todo una buena madre» ( que satisface el deseo ajeno).

Para ella, el dinero, además de ser un recurso de poder es, en nuestra sociedad, un medio idóneo para satisfacer las apetencias de los seres humanos. Como las mujeres también son seres humanos, la disponibilidad del dinero las coloca en situación de hacer realidad sus apetencias. Y aquí es donde se localiza el conflicto porque satisfacer las propias apetencias choca con el mandato patriarcal que impone satisfacer ante todo el deseo ajeno. A esto se le agrega que al dinero se le atribuyen características de «frialdad», «especulación», «egoísmo», «manipulación» y muchas otras más que lo colocan en la vereda opuesta al ideal maternal promovido por el patriarcado. De esta manera, el hecho concreto de manejar dinero, defender intereses económicos, y explicitar las propias ambiciones se convierte en una mancha porque es dejar de ser una madre «incondicional», «altruista» y «abnegada».

Resulta compresible, entonces, que muchas mujeres hayan podido abordar el ámbito público y ganar dinero empujadas por sus anhelos de libertad y favorecidas por los cambios sociales, pero aún no pueden legitimar al interior de su propia subjetividad, el derecho a usar el dinero con autonomía como tampoco defender sus intereses económico al interior de la pareja.

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