2 de febrero de 2007
Por: Miriam González Sánchez
Dolor, entrega, emoción, sacrificio, magia, ceder, perder, son sólo algunas de las cosas que se hacen en nombre de eso que la humanidad ha decido llamar amor, señala Clara Coria, escritora, especialista argentina en estudios de género y autora del libro El amor no es como nos contaron… ni como lo inventamos.
Es esta idea del amor, subraya Coria, que “las mujeres han asumido como natural y parte de estar en pareja”.
La experiencia de una relación con violencia llevó a Montserrat, secretaria ejecutiva de 25 años, a una conclusión: “El amor es sufrimiento”. En nombre del amor, dice, “he permitido que me jaloneen en la calle, me humillen frente a mis amigos y me celen en mi trabajo. Yo pensaba que él lo hacía porque me amaba y que era normal”.
Un concepto distinto viven los hombres, según el informe Hite “Mujeres y Amor”, publicado en 1988 y aún vigente. La sociedad indica al hombre que defina amor como sexo, señala el estudio, “y sexo como penetración y eyaculación en el interior de una mujer”.
Esta manera de relacionarnos llevó a Naomi Weisstein a comentar en la introducción de “Mujeres y Amor”:
“Siempre he tenido la sensación de que el amor, acaso por ser considerado el eje, cuando no el todo, en la vida de una mujer, es un negocio arriesgado y al que las feministas deberían consagrar muchas energías e ingenio”.
NO ES COMO ME LO CONTARON
Para atender la problemática que viven las y los jóvenes en el noviazgo en el Distrito Federal, donde el 30 por ciento de la población es joven y más del 50 por ciento son mujeres, en 2002 el Gobierno del Distrito Federal (GDF), a través del Instituto de las Mujeres (Inmujeres DF), el Instituto de la Juventud y la Dirección General de Equidad y Desarrollo Social, iniciaron la campaña “Amor-es sin violencia”.
La campaña se enfocó a la prevención desde el noviazgo de la violencia familiar, con videos, espectaculares y 300 mil folletos y carteles, distribuidos en las líneas del Metro, además de un documental y un manual de prevención.
Tomando como referencia un estudio realizado por Inmujeres-DF en 2004, en un espacio de refugio de la Ciudad de México, “donde encontramos 9 de cada 10 mujeres han vivido alguna situación de violencia en uno o más de sus noviazgos”, este organismo llevó a cabo la primera y única encuesta que existe hasta el momento en la Ciudad de México para determinar el grado y los tipos de violencia que se presentaban durante el noviazgo.
En una primera etapa de la encuesta, el 90 por ciento de jóvenes aseguró no vivir violencia en su relación.
El resultado se modificó radicalmente al formularse un test con preguntas más específicas, señala Angello Baños, coordinador del Área de Equidad en la Infancia y Juventud del Inmujeres-DF, y ya se ubicó entonces una cifra: seis de cada diez mujeres entrevistadas vivían violencia en su noviazgo.
Algunas de estas preguntas fueron: ¿Constantemente te llama para saber dónde estas, con quién y qué haces? ¿Ha tocado alguna parte de tu cuerpo sin tu consentimiento? ¿Te dice que ropa ponerte?
Esta investigación reveló, además, que el 30 por ciento de las mujeres encuestadas “prefieren quedarse calladas” por temor a la reacción de sus parejas, cuando hay un conflicto entre ambos, y un 16 por ciento aseguró haber llegado a los gritos.
El 50 por ciento aseguró celar a su pareja, lo que desemboca en violencia y un 15 por ciento expresó que durante su relación actual “le han tocado alguna parte de su cuerpo sin su consentimiento, las han presionado para tener relaciones sexuales o las han besado”.
La encuesta permitió observar que las y los jóvenes no identifican de forma clara que “los modos” en los que se desarrollan sus noviazgos eran violentos, con consecuencias tales como: infecciones de transmisión sexual, baja autoestima, depresión, aislamiento, embarazos precoces y en su expresión más extrema, suicidios.
Para Inmujeres-DF los resultados de la campaña han sido significativos, ya que las y los jóvenes al percibir violencia en sus relaciones solicitaron apoyo psicológico y social para superar esta situación.
Tan sólo en el 2003, la atención que brindó el GDF derivó en alrededor de 25 mil jóvenes, de los cuales 15 mil eran mujeres y 10 mil hombres.
HACIA DÓNDE VAMOS
Para la especialista en estudios de género, Clara Coria, sí “es posible construir una nueva concepción del amor”.
En su opinión, la alternativa no es dejar de amar, sino amar de otra manera. Aprender que el amor “no es como nos lo contaron, ni como lo inventamos”, asegura en su libro, producto de 3 años de talleres con mujeres para reflexionar sobre el amor.
Para el doctor Juan Luis Álvarez Gayou, fundador del Instituto Mexicano de Sexología, “la solución está en una educación basada en el respeto”.
Este respeto “debe iniciarse desde la niñez, para que al llegar a la pubertad y la adolescencia ya se tenga claridad y no se caiga en la ignorancia, pues el respeto para sí mismos y para los demás será el hilo conductor que les permitirá ejercer su sexualidad con mayor libertad”, concluye.
Fuente: CIMAC noticias – 12-02-2007